La agricultura orgánica y de conservación promueven las funciones y servicios de los agroecosistemas

La producción mundial de alimentos se ha más que duplicado en los últimos 60 años. Esto se ha logrado mediante el cambio de uso de la tierra y el uso de fertilizantes minerales, pesticidas, mejoramiento de nuevas variedades de cultivos y otras tecnologías de la llamada “Revolución Verde”.

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Sin embargo, el mayor uso de agroquímicos, la conversión de tierras, la expansión de las granjas y su especialización tienen un impacto negativo en el ambiente y han causado pérdida de hábitat y biodiversidad, contaminación y eutrofización de los cuerpos de agua, aumentando las emisiones de gases de efecto invernadero y reduciendo la calidad del suelo. Por lo tanto, uno de los principales desafíos para el futuro de la agricultura es producir cantidades suficientes de alimentos con un impacto ambiental mínimo.

Para los agrónomos, el enfoque de los sistemas agrícolas está orientado a la productividad, mientras que los ecólogos y los investigadores ambientales se enfocan en el impacto ambiental de la agricultura. Idealmente, los sistemas agrícolas deberían proporcionar el equilibrio deseado de servicios de aprovisionamiento, servicios de regulación y servicios de apoyo, dentro de límites socioeconómicos viables. Sin embargo, las evaluaciones sistémicas de los diversos servicios y las compensaciones que brindan las diferentes prácticas agrícolas son escasas, y esto se ha visto como una brecha de investigación importante, de tal manera que hay una falta de métodos y herramientas apropiados para evaluar, diseñar y rastrear la multifuncionalidad y sostenibilidad de la producción agrícola.

Con esto en consideración, en una investigación publicada en Science Advances, evaluó y comparó el desempeño agronómico, económico y ecológico de los sistemas de cultivo arable más extendidos en Europa: agricultura orgánica, de conservación y convencional, y analizó 43 propiedades de los agroecosistemas para determinar su multifuncionalidad general.

Esta investigación demostró que la agricultura orgánica y de conservación promueve la multifuncionalidad de los ecosistemas, especialmente al mejorar los servicios de regulación y apoyo, incluida la preservación de la biodiversidad, la calidad del suelo y del agua, así como la mitigación del clima. A diferencia del cultivo convencional que mostró una multifuncionalidad reducida, pero produjo el mayor rendimiento.

La producción orgánica dio como resultado un mejor desempeño económico, gracias a los precios más altos de los productos y los pagos de apoyo adicionales. Así mismo, los resultados demuestran que los diferentes sistemas de cultivo brindan servicios opuestos, lo que refuerza el dilema productividad-protección ambiental para el funcionamiento del agroecosistema.

La ventaja de este análisis radica en la posibilidad de comparar diferentes sistemas de cultivo e identificar compensaciones y opciones clave de apalancamiento. Una mayor profundización de la metodología y desarrollo de herramientas, por ejemplo, mediante la integración de indicadores ampliamente aplicables y valores estándar o límite asociados, puede facilitar a los investigadores, agricultores y responsables políticos evaluar diferentes prácticas de gestión y diseñar instrumentos de política pública en diferentes contextos para incentivar la sostenibilidad.

Por último, el enfoque no solo se limita al ámbito de unidades de producción o fincas, sino que también podría aplicarse a escala regional o nacional para evaluar más ampliamente el desempeño de la producción agrícola combinando el concepto con datos espaciales sobre la distribución de la superficie y los sistemas de producción. 

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