La homogeneización del sistema agroalimentario global pone en riesgo la salud de las personas y el ambiente

A pesar de que contamos con más de 14.000 especies de plantas comestibles y nutritivas para elegir, el 75% de los alimentos que consumimos proviene de solo 12 plantas y 5 especies de animales. Solo 30 especies de plantas proveen el 95% de las calorías consumidas a nivel mundial, y un 60% de calorías proviene de solo 3 cultivos básicos: arroz, trigo y maíz.

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Esta homogeneidad está aumentando, con un informe que muestra que las similitudes en los tipos de alimentos consumidos entre países aumentaron en un 36% entre 1961 y 2009.

Las principales fuentes actuales de calorías del mundo —arroz, trigo y maíz— han suplantado las preferencias regionales anteriores, como la yuca y la batata. Estos cultivos, junto con mayores cantidades de carne, productos lácteos y azúcar, son parte de un cambio global hacia una dieta occidentalizada que favorece los alimentos ricos en energía. Los cultivos oleaginosos como la soja, el girasol y el aceite de palma también han aumentado sus rendimientos.

A medida que estos pocos cultivos seleccionados se vuelven dominantes, muchos otros inevitablemente se quedan atrás y de esta manera, en los últimos cien años han desaparecido el 90% de las variedades de cultivo en la agricultura. Ahora se realizan esfuerzos para preservar o restaurar la diversidad de cultivos, como a través de depósitos de semillas o volviendo a los métodos tradicionales de cultivo.

La agricultura industrial es una de las principales culpables de la homogeneización de los alimentos a nivel mundial, ya que se adapta continuamente para satisfacer la alta demanda produciendo mayores rendimientos con menos alimentos básicos y cultivándolos de manera más intensiva.

Estos sistemas alimentarios industriales que están impulsando el cambio climático también se consolidan con él. Cuanto más difíciles se vuelven las condiciones, más se intensifica la agricultura industrial, empeorando su impacto sobre el clima y nuestra salud.

De esta manera, no estamos obteniendo nutrientes insuficientes para nuestros cuerpos. La selección limitada de alimentos producidos en masa significa, que nos estamos perdiendo minerales vitales, vitaminas y otros nutrientes que provienen de una dieta verdaderamente diversa.

Según un informe de EAT-Lancet, actualmente también consumimos alrededor de la mitad de las frutas y verduras necesarias para una dieta saludable y, particularmente en los países de altos ingresos, consumimos el doble de la cantidad recomendada de carne y alimentos de origen animal. Reequilibrar lo que comemos beneficiaría la salud y reduciría drásticamente las emisiones de los sistemas alimentarios.

Un sistema alimentario global que depende y produce solo unos pocos tipos de alimentos es vulnerable a la interrupción por enfermedades y plagas mortales de cultivos y animales. A esto debemos sumarle que el cambio climático está creando condiciones en las que es más probable que prosperen estas plagas y enfermedades.

Si los principales cultivos que alimentan al mundo sufren una enfermedad importante o un incidente relacionado con una plaga, tendremos pocas opciones a las que recurrir. Estos riesgos se suman a los impactos directos que los peligros climáticos como las sequías, los incendios y las inundaciones ya están teniendo en los rendimientos agrícolas.

Todos estos factores tienen consecuencias no deseadas sobre el acceso a los alimentos y, en última instancia, sobre nuestra salud.

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