Microplásticos: nueva amenaza para los suelos agrícolas

El suelo es un recurso no renovable que cada día se encuentra más amenazado como consecuencia de la contaminación, la sobreexplotación, el cambio climático y la deforestación. Sin embargo, ahora se suma una nueva amenaza: los microplásticos.

Créditos: Dominio público.

Según un artículo de National Geographic, las investigaciones del impacto de los microplásticos en ecosistemas acuáticos y marinos tienen varias décadas revelando información. Sin embargo, su efecto en suelos y ecosistemas terrestres ha sido ignorado, con apenas unas menciones en 2005 y no fue sino hasta 2017 cuando un estudio de la Universidad Libre de Berlín advirtió sobre la situación.

En las granjas el uso de plástico está muy extendido. Por ejemplo, los agricultores utilizan películas de mantillo para aumentar el rendimiento de sus cultivos, controlar el crecimiento de malezas, la temperatura del suelo y el consumo de agua. Sin embargo, este material a base de petróleo no es biodegradable y en consecuencia los residuos de película deben recogerse al final de la temporada con un esfuerzo considerable o contaminarán los campos.

Además de la contaminación por microplásticos del suelo de diversas fuentes, los microplásticos añadidos intencionalmente son una fuente adicional de gran impacto. Los microplásticos añadidos intencionalmente son aquellos que se incorporan en los productos para cumplir un propósito funcional. El uso principal de los microplásticos añadidos intencionalmente en la agricultura son los gránulos de nutrientes para fertilizantes de liberación controlada, por ejemplo, controlando la velocidad a la que el amonio se convierte en nitrato.

Las partículas de polímeros sintéticos que potencialmente constituyen microplásticos también se utilizan en aplicaciones agrícolas adicionales, como los polímeros utilizados para la protección de plantas en suspensión de cápsulas, recubrimientos de semillas, polímeros solubles en agua para la remediación de suelos y absorbentes de agua. 

Diversos estudios científicos han descubierto que muchos suelos agrícolas podrían contener más microplásticos que las cuencas oceánicas y es probable que las tierras agrícolas sean los lugares más contaminados con plástico fuera de los vertederos y los espacios urbanos. De esta manera, los millones de partículas plásticas que inundan los campos alteran la estructura de los suelos agrícolas, así como el hábitat de los organismos que son importantes para mantener la fertilidad, desde los microorganismos hasta las lombrices de tierra.

Así mismo, cuando las partículas de plástico se descomponen, adquieren nuevas propiedades físicas y químicas, lo que aumenta el riesgo de que tengan un efecto tóxico en los organismos. Y cuanto más probable es que se produzcan efectos tóxicos, mayor será el número de especies y funciones ecológicas potencialmente afectadas. 

Los seres humanos también se ven afectados por los microplásticos al ingerirlos junto con los alimentos y de hecho ya se han detectado no solo en pescados y mariscos, sino también en productos como la sal, el azúcar y la cerveza. Los científicos especulan sobre si podría ser que la acumulación de plásticos en organismos terrestres ya sea común en todas partes, incluso entre aquellos organismos que no “ingieren” su alimento como en levaduras y hongos filamentosos.

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